sábado, 22 de mayo de 2010

Envenenada





(imagen: El rostro de la guerra- Salvador Dalí 1941)


Embriagada por los aromas de la novedad tus sentidos se atrofian hasta confundir realidad por ficción. Tus ojos ven colores en las mariposas negras que aletean en tu estómago y se deslumbran con una felicidad efímera rodeada de mentira. Olisqueas sonriente lo que parece ser el dulce aroma del romance cuando todo apesta a la putrefacción de la confianza, a la traición de tus principios, de tu plan de futuro. Tus oídos tergiversan las palabras que te piden una reflexión sobre tus pasos, convirtiéndolas en alas para cometer el engaño o silenciando lo que no te interesa oír. Tu tacto es incapaz de sentir el rastro frío que dejan ahora tus abrazos y caricias, tus manos solo arden por el calor de la burla y el temor a ser descubierta, mientras aporreas a la red que has colocado para recoger tus pedazos. Tus labios desean paladear los nuevos besos para menguar el sabor amargo del veneno que recorre tus entrañas, pero ni escupiendo tu egoísmo e inmadurez salvaras tu corazón.

Se valiente.


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