sábado, 8 de marzo de 2008

No existo



(Imagen: óleo Vampiro – Edgard Munch 1894)


Con sonrisa radiante despierto e intento escapar sigiloso de tus brazos que aún me rodean. Pero soy incapaz de evitar que rebrote en mí la pasión al rozar mi espalda con la suave piel de tu cuerpo. Afloran las dulces caricias que nos dimos hace unas horas bajo sabanas, cubiertas por el manto de magia que fluye cuando nuestros cuerpos se funden.

Sentado te observo como delicadamente sonríes, como si supieras que tu guardián vela por ti a pies de la cama. Aparecen tras mi espalda alas y me olvido de que soy mortal, de que existe un principio, de que existe un final. Ya solo soy capaz de venerar el día en que se cruzaron nuestras vidas, de empezar a contar mi existencia desde esa día.

Sin ti no existo, eres mi vida Lix.

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