domingo, 20 de diciembre de 2009

Abriendo Ventanas



(imagen: Rene Magritte)


Al apretar fuertemente los ojos, el resto de mis sentidos se ponen alerta e inician la búsqueda a ciegas de los sentimientos que se secan en mis entrañas. Pero un mar de dudas diluye el rescate de las emociones, tomando prisionera a mi voz entre barrotes de temor al juicio prematuro, obligando a engullir orgullo y pasión ayudado con ligeros sorbos de conformismo. Pero a pesar de estar ciego, mudo y ocupado esquivando las afiladas dudas que lanza mi alma, hoy me encuentras abriendo ventanas, ya que ahora, ya se que los secretos se susurran y que no se esconden los sentimientos bajo la alfombra, ya que sin color, sabor u olor estos no existen.

Nadie me ha enseñado como hacerlo, ni siquiera a quien mostrárselos, así que voy dando palos al aire mientras decido si me destripo frente a quien siempre he querido, frente aquellos que desean escucharme o frente los que han hecho méritos para merecerlo. Al parecer los pedazitos de alma se intercambian sin usar balanza para decidir quien es el generoso y quien el tacaño, sin llevar el conteo de lágrimas y sonrisas que se les escapo a cada uno. Eso sí usando ambas direcciones y entregando aliento por igual. La recompensa no es tangible, pero la gratitud, satisfacción y acercamiento humano que uno siente es impagable.

Ahora soy consciente que mostrar debilidades no tiene porque ser una traba ni un estigma, que no hace falta adornar y perfumar las palabras porque la sinceridad desprende el más fresco de los aromas. Agradezco los que recogieron mi sentir y entregaron el mayor tesoro que puede darte el ser humano, la confianza.

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