lunes, 8 de diciembre de 2008

Pasión por vivir


(Imagen: El Arte de Vivir, Rene Francois Magritte 1967)


Apresurado te escondes tras las recientes heridas que provoca tu enfermiza, cotidiana e incesante automutilación. Con el pasar de los años tu caduco escudo, donde te acunabas como víctima indefensa, ardió junto al tiempo del incauto.


Ahora eres tu el que sujetas las riendas, el que florece decisiones con su propio juicio. Y es por ello que los golpes son mas certeros, dolorosos y desalentadores que antes. Los acontecimientos ya nunca son fortuitos, aparecen tras tus acciones y temores, por tus osadías y decisiones, por la entereza y firmeza con la que haces frente a tus dudas. Así que no hinches pecho por escoger el camino más fácil, aunque con él creas evitar enfrentamientos, y mucho menos uses una retirada sangrienta destripando a los que se cruzan en tu huida, aniquilando los hombros que te ofrecían cobijo al surgir de remordimientos y sufrimientos.


No temas compartir tu losa escupiéndola por tus poros, así podrás soltar cadena y desplegar las alas y echarte a volar. Entre nubes emborrachadas de oxigeno desaparecerá la galopante asfixia que persigue a tus dudas, dando rienda suelta a tu entusiasmo y a tu pasión por vivir.


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