domingo, 14 de octubre de 2007

El Salón de mis sueños

(imagen: Luna de miel en Taormina de Gregorio Prieto- 1936)

En la calle de la luz vive la más radiante mujer, la cual solo con su elocuente sonrisa detiene sol y día. Mis pensamientos desean ser prisioneros de sus anhelos y derrumbar las barreras de su ser, hallando uno a uno sus secretos y miedos pudiendo así aligerar la carga que descansa sobre su sensual espalda. Quizás mi existencia fuera efímera para ella, pero desde que se cruzaron nuestras miradas descubrí que nuestros ojos eran viejos conocidos, y no me hizo falta ni ver su primer pestañeo para saber que ella sentía lo mismo. Tal vez fuese en tiempos remotos o en nuestras vidas pasadas pero sus ojos, sus parpados, sus pestañas estan estampados en mis recuerdos, son una huella imborrable.

Se fugan los tropiezos causales confinados por los acercamientos premeditados, transformando el placer de verla en una necesidad esencial, convirtiendo todo lo demás en algo evitable. Sin esperar más del destino, el cual ya había echo suficiente en nuestro primer encuentro, decido tomar la iniciativa para escapar de las simples palabras de cortesía y pisando firme en terrenos oscuros e inquietantes, que solo afloran en contadas ocasiones, conseguir abrir su corazón para si poder entregarle mi alma.

La calidez de la música y la leve brisa que agitan la cortina de seda al mismo compás, me permiten sentir de nuevo el equilibrio que perdí cuando acepto mi invitación. Temeroso de que mi felicidad emborrache a mi conciencia, provocando en ella el tomar conclusiones precipitadas, me mantengo prudente y en cierto modo distante. Pero ella incorpora progresivamente mi respiración al latido de la estancia, arrancando de mí una gran sonrisa, la del estupefacto. Nunca entendí lo de la “química en el amor”, incluso probando los mas extraños brebajes me quede sin saberlo. Pero de repente la reacción en cadena me permite comprender que de la perfecta dilución entre personas aparece una nueva energía, que reduce los pesados sedimentos del corazón en partículas que invisibles flotan en el compuesto del AMOR.

- Sumérgete en mi pecho- le suplico- y te ayudaré a acicalar las vivencias mas recientes mientras llega el silencio de la mano de nuestros últimos pestañeos. Cuando tus ojos estén cerrados – ella acata cerrando suavemente sus ojos-, escucha como se acelera mi pulso al entrelazar nuestras piernas mientras la palma de mi mano sobrevuela como una pluma tu delicada mejilla – me sonríe -. Deja que escapen tus suspiros a mis oídos cuando ligero te susurro; descansa cariño. Pero sobretodo busca la pálida luna, porque ella es quien te mostrará la balsa que espera al borde de la orilla. Sube a ella esta noche y concédeme el baile de tu vida en el salón de mis sueños.

Feliz 16!!!
Te quiero


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