Una brisa de colores invade tus grises y últimos tiempos vividos, araña con suavidad el caparazón donde descansabas últimamente, provocando en él grietas suficientemente grandes para permitir que escape tu felicidad. Como ibas a evocar la fragancia de la alegría, la suavidad de la buena ventura, las sombras claras del bienestar, el tintineo de la suerte o el dulce sabor de la satisfacción si ni siquiera sabías de su existencia,  por la escasa luz que dejaban pasar los barrotes que te rodeaban y convertían tu realidad en una cueva de desdicha. 

Pero ahora, a lomos de una nueva esperanza, tu galope se convierte en explosivo, trotando de forma descontrolada sobre sentimientos que han despertado en ti, aprovechando el rebufo del renacer de tu ser, del avivar de tus emociones, del merecido descanso de tu alma. Tus firmes pisadas levantan y hacen volar  fuera del camino pedazos de tus recuerdos, sobretodo los mas oscuros, creciendo en las huellas nuevos brotes llenos de colores y matices. Me alegro mucho de verte de nuevo sonreír.